Anita había pasado parte de la tarde en calentar el agua necesaria para el baño de José. La había vertido en un gran barreño de cinc y a medida que la iba calentando...
Cuando el hombre se iba a meter en el barreño agregó un poco de agua fría al estar todavía demasiado caliente.
A un lado y en una silla estaban bien colocadas la toalla y las prendas que más tarde se pondría.
Anita ya preparaba la cena y no pudo resistir el asomarse para verlo desnudo y acto seguido marchaba deprisa a la humilde cocina para que que la cena no se le pegase.
José ni cuenta se dió ya que tenía la cabeza y cara todavía con jabón.
En sus retinas se le había quedado la imagen de su marido, un hombre de buen ver, joven y fornido.
Y lo deseó... no sabiendo si aquella noche tendrían intimidad. Ella ni siquiera lo pediría y esperaría a que fuese él quien tomase la iniciativa.
Lo contrario era impensable en esos tiempos.
Amigo, lo esperaba tras la puerta y ambos marcharon hacia la cocina.
Y por allí, olía muy rico...
Verónica O.M.
Continuará