Y bla, bla, bla... durante un buen rato.
A José le apetecía el llegar a casa y no estar hablando con su patrón. O él era tonto... lo veía demasiado interesado en que Anita aceptase aquella proposición.
Se despidieron hasta el día siguiente.
Y caminando hacia su hogar repasó mentalmente lo propuesto por don Federico y la forma. Y no le gustó.
Abrió la puerta y Amigo estaba tras ella esperándole para reclamar su dosis de atención y muestras de cariño.
Y como no... las recibió con creces. José le pasó la mano por el lomo y él se dejó acariciar moviendo el rabo de puro contento.
Anita salía de la cocina y se secaba las manos en un trapo y después le besó en los labios.
-Cansado?
Él contestó moviendo la cabeza. Y fué a asearse. Anita ya le tenía todo dispuesto, el agua caliente, jabón, toalla y la ropa que se pondría después.
Autora Verónica O.M. Continuará