Se había jugado a las cartas su sueldo mensual y en un arrebato...
Si no quería perderlo debería pasar la noche al raso y en el cementerio. Ese ere el trato. No era de su gusto tener que cumplir pero no le quedaba otra.
Cuándo el vigilante cerraba las puertas él esperaba semi escondido en la oscuridad.
Y si, cumplió el trato.
El hombre que salía por la mañana del recinto y sin ser visto ya no parecía aquel jovenzuelo irresponsable. Algo había cambiado dentro de él y sabía que ya nunca sería el mismo.
Autora Verónica O.M.
Sin imagen que da miedo...
Mejor que hubiera pagado el sueldo.
ResponderEliminarYo no duermo en un cementerio ni loco...
Besos.
Ni yo tampoco. ja,ja.
EliminarBesos
Menos mal que no nos has puesto la imagen, tendré que leerte por las mañanas, pero me alegro de hacerlo te he echado de menos. Saltos y brincos
ResponderEliminarLa imagen para otro tipo de escrito.
EliminarGracias por tus palabras, Ester. Últimamente no he estado mucho por la labor, algún escrito en alguno de mis otros blogs.
Besos
Vaya, eso de no poner imagen creo que ha sido un acierto. La imaginación supera cualquier imagen. Porque se te queda el cuerpo con cierta desazón pensando que fue lo que vio o sintió ese hombre para no ser el mismo después de una noche allí dentro.
ResponderEliminarBesos
Mira, Vero, me he puesto en el pellejo del chico, en el cementerio solo y de noche!, bueno, y para colmo anoche vi la serie de los zombi, pobre hombre, estoy de acuerdo, no volverá a ser el mismos. Precioso relato amiga, me ha encantado y lo he disfrutado mucho. Te felicito. Abrazos grandote.
ResponderEliminarLola.