Se había jugado a las cartas su sueldo mensual y en un arrebato...
Si no quería perderlo debería pasar la noche al raso y en el cementerio. Ese ere el trato. No era de su gusto tener que cumplir pero no le quedaba otra.
Cuándo el vigilante cerraba las puertas él esperaba semi escondido en la oscuridad.
Y si, cumplió el trato.
El hombre que salía por la mañana del recinto y sin ser visto ya no parecía aquel jovenzuelo irresponsable. Algo había cambiado dentro de él y sabía que ya nunca sería el mismo.
Autora Verónica O.M.
Sin imagen que da miedo...