miércoles, 20 de octubre de 2021

Otros tiempos capítulo n°11

 - Amigo,  espera fuera. - dijo Anita con voz cariñosa.

El perro se dispuso a esperarla y allí hubiese estado horas y horas  y sin apartar la vista por dónde su madre humana había entrado. Pero no, tanto no tardaría...

-Espera un poco, Anita, voy a dejar la escoba y lavarme las manos.

Asintió con la cabeza y observó como la mujer apartaba una especie de cortina de tiras antes de entrar en la trastienda.
Escuchó el sonido del grifo al abrir y el salpicar del agua. 

Al momento la mujer salía con las manos secas. 
-Ya estoy por ti, Anita, tú dirás... 

-He venido a pedirte consejo y también a por algo para estas manos irritadas. 

Los ojillos sabios de María la miraron con atención y Anita tuvo la percepción de que ella ya sabía lo que tanto la preocupaba. Y se sintió como desnuda ante aquella mujer a la que nada le pasaba desapercibido. Y no, no se equivocaba... 

-Tienes dos problemas, Anita, me preocupa solo uno.

Anita se ruborizó al ya tener plena convicción de que la mujer sabía incluso más que ella misma. 

-Qué me aconsejas? - dijo con un hilo de voz a consecuencia de la emoción contenida y que había dejado su garganta y boca secas. 

-Qué te pasó de niña y que arrastras todavía? 

Se echó a llorar de repente... el dolor emocional era tan fuerte que pensaba no poder resistirlo. 
Avergonzada y sin levantar la cabeza musitó. - Mi padrastro abusaba de mi siendo niña. 

-Cuántos años tenías? 

-Once, once años, María y jamás me atreví a decírselo a mi madre. Ella pensaba que habíamos tenido mucha suerte cuándo se casó con él y para mí empezó un infierno.  

-Debes sanar esa herida y hasta que no lo hagas tendrás ese problema y el otro no tienes porqué preocuparte. José es un buen hombre y te quiere. La vida es difícil Anita y si no está a la altura es por su trabajo tan duro. 

Volvió a la trastienda y salió con un vaso de agua y se lo ofreció. 
-Bébelo despacio y tranquilízate. Mientras voy a traerte algo para esas manos. 

El haber confesado aquello, el agua, la hicieron sentirse mejor y momentáneamente se sintió ligera sin aquella vieja carga. 
Autora Verónica O.M. 
Continuará 

sábado, 2 de octubre de 2021

Otros tiempos capítulo n°10

 Amigo se echó en su enorme  cojín mientras su madre humana fregaba los cacharros del desayuno.

Después se quitó el enorme delantal, dejándolo bien colocado en una sillita baja de la cocina.

Ahora tocaba hacer la cama... Estiró y colocó bien las sábanas, la colcha incluso mejor. Le encantaba ver su cama matrimonial perfecta. Le recordaba su infancia, su madre tan guapa y hacendosa que vivía por y para su familia. Siempre quiso parecerse a ella. 

Cerró la ventana y colocó a ambos lados de la cama unas alfombras sencillas pero mullidas y bien limpias. 

Ahora tocaba hacer la colada. 
Sacó agua del pozo y la vertió en el lavadero y con un trozo de jabón, enjabonó prenda por prenda. Frotó y frotó hasta que sus manos se irritaron. Aclaró la ropa y la colgó para que se secase. 

Debía subir a la tiendecita de Maria y al bajar al comercio de Juan y comprar el pan. 

Se vistió sencillamente y cepilló sus largos cabellos negros.

Cogió la fiambrera de aluminio de la nevera y la metió en el cesto. Cuando comprase el pan se pasaría por la finca de don Federico y le llevaría la comida a José. 

-Vienes, Amigo? 

El perro se levantó y salió tras ella. Ahora deberían subir una cuesta para hacer las compras. 

Una aldea con pocos vecinos, poco a poco se fueron marchando a otros lugares dónde había más medios y más trabajo. 
Ellos decidieron quedarse al disponer José de un trabajo que aunque no les daba para mucho se conformaban. 

A lo lejos vio a María que barría en la calle. La buena de María que tenía solución para todo y tenía una conversación que dejaba a todos con la boca abierta. 
Parecía estudiada y sabia. Nunca había conocido a nadie como ella. De las malas lenguas de antes había escuchado que la mujer era algo así como bruja, con sus remedios y libros raros. 
Y cuán equivocados... ella la consideraba una mujer bondadosa, amable y amistosa. 

Y le regaló una gran sonrisa al escuchar. 
-Buen día, Maria. 

-Hola, Anita, buen día. Qué os trae por aquí? 
Verónica O.M. 
Continuará