A los pocos minutos el matrimonio dormía. La respiración de José rompía aquel silencio nocturno, su cuerpo cansado, agotado. En pocas horas ya estaría en pie dispuesto para una nueva y agotadora jornada.
El cuarto parecía fantasmal y ellos formaban parte de aquel escenario tan lúgubre.
Anita se levantó de la cama e hizo la tentativa de salir a la calle y ya tenía detrás a Amigo, el perro. Esta vez no se llevaría una regañina por parte de su padre humano, no, esta vez no.
Quizá, Anita notara su presencia, la mujer desandó los pasos y volvió a meterse en la cama. Estaba dormida, ida...
Esta vez, José no llegaría a enterarse de que le había ocurrido nuevamente.
Amigo volvió a su gran cojín y se echó a dormir, pero un pequeño ruido y saltaría de su mullida camita y no permitiría que su madre humana saliese a la calle en aquellas condiciones. Era perro, si, pero inteligente, agradecido, y, los quería como el que más...
Verónica O.M.
Continuará
Un buen perro cuidando que no le ocurra nada a su dueña.Besicos
ResponderEliminarSi, Charo, es así tal cual...
EliminarBesos y buen verano 🌞
Sonámbula... Un a brazo. Carlos
ResponderEliminar👍 Lo es, y tiene peligro el serlo.
EliminarUn abrazo.
Gracias por tu visita y aportación me alegro que te guste
ResponderEliminarCuídate mucho Te sigo
Besos
Gracias a ti, Anna.
EliminarBesos 🌺
adorable tu entrada
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegra...
EliminarBesos 💐
Una vida tan gris pero con momentos de bonitos destellos.
ResponderEliminarUn abrazo
Si, la idea era esa.
EliminarGracias.
Besos.
Um belo relato que promete novas e intensas emoções!
ResponderEliminarGostei muito Verónica!
Te dejo un beso...
Muchas gracias, me alegra te lo parezca.
EliminarBesos.