Al extender el brazo...
José percibió estar solo en la cama y encendió la luz.
El cuarto parecía fantasmal con aquella iluminación deficiente. Se levantó rápidamente, cogió una chaqueta y se la puso encima.
Creía saber dónde podría estar su mujer. Aquel problema de Anita lo llevaba por el camino de la amargura, ella apenas era consciente, intuía, pero no se atrevía a preguntarle directamente y él jamás tocaba aquel tema.
Salió del cuarto y se topó con los ojos abiertos del perro que lo miraba sabiendo que iba a recibir una reprimenda.
-Y tú podías haber salido detrás de ella - dijo enfadado.
Amigo ya se había levantado y al escucharlo agachó las orejas. Y salió tras él guardando las distancias.
En la noche... un tercer personaje había hecho acto de aparición, no era otro que don Federico. Se creía sólo hasta que una sombra lo sacó de sus pensamientos. Pese a la oscuridad, le pareció que se acercaba una mujer y se sorprendió mucho cuándo reconoció a Anita y se preguntó qué hacía sola en plena noche.
Se escondió dispuesto a observarla y saber...
La mujer llegó hasta el río e intentó sentarse en la orilla, la hierba estaba mojada y se levantó desorientada al notar la humedad.
José aceleró el paso y a medida que iba llegando a su lado se iba quitando la chaqueta.
Al momento era ella quien la llevaba encima de sus hombros.
-La llevó de vuelta a la casa, Amigo andaba detrás de ellos, al parecer su mamá humana no se encontraba demasiado bien ya que no había notado ni su presencia.
Al día siguiente... Anita sospechaba que algo había sucedido en la noche, pero como José nada dijo, ella calló.
Verónica O.M.
Continuará