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Capítulo nº 1
La casa había tenido varios inquilinos, todos se habían marchado casi al principio. Algo sucedía que los ahuyentaba.
Los últimos habían llegado aquella mañana. La agencia que la había alquilado, se había encargado del pintado y limpieza de la misma.
Al ser alquilada con mobiliario, tan solo trajeron sus enseres personales y algunos alimentos. Ellos eran: una madre con su hijo de ocho años.
Quien les entregó las llaves, pensó que pronto saldrían como todos despavoridos. -Mis mejores deseos, si necesitan cualquier cosa llamenos por teléfono.
-Gracias, así lo haré.
El hombre subió a su coche, un ruido ensordecedor les hirió los oídos al ponerlo en marcha.
Cuando entraron para la casa, el hombre aún volvió la cabeza.
-Como mucho, tres días les auguro. La casa tiene migas, yo ni una noche aquí dormiría. - Se le erizó el vello de solo imaginarse allí durmiendo.
Un salón enorme en la parte de abajo, la cocina, un aseo y una habitación que hacía las veces de salita.
Pero quedaba la parte de arriba...
Al ser una enorme casa, la mujer temía que fuese demasiado fría. Hubiera preferido algo mucho más pequeño, aunque el alquiler fuera el mismo. Aquello la asombró bastante aunque nada dijo.
-Aquí viviremos muy bien. ¡Ya verás, hijo!
El niño subió la escalera de caracol para supervisar su habitación, mientras la madre se metía en la cocina para depositar los alimentos en el frigorífico que habían comprado momentos antes en el supermercado del pueblo vecino.
Dio vueltas a la estancia varias veces, y algo llamó su atención.
-¿Qué es esto?
Aquello era un nombre escrito en un cristal de la ventana.
Deletreó: H e l i o d o r o
-¿Quién será Heliodoro? -Se preguntó en voz alta.
-¿Mami ven a ver esto?
-Ya voy, hijo. -Al momento se escucharon sus pisadas subiendo.
-Mira mami, hay un nombre escrito en color rojo y parece sangre.
-No tengas miedo, seguro que es pintura de labios. -La mujer no parecía demasiado convencida de lo decía. -Bajemos a comer algo.
-Vamos. -Contestó el niño, un tanto mosqueado.
Alguien había dentro del armario, y desde una pequeña abertura de las puertas del mismo los contemplaba.
-Estos como todos saldrán huyendo jajaja.
Autora Verónica O.M.
Continuará