A los pocos minutos el matrimonio dormía. La respiración de José rompía aquel silencio nocturno, su cuerpo cansado, agotado. En pocas horas ya estaría en pie dispuesto para una nueva y agotadora jornada.
El cuarto parecía fantasmal y ellos formaban parte de aquel escenario tan lúgubre.
Anita se levantó de la cama e hizo la tentativa de salir a la calle y ya tenía detrás a Amigo, el perro. Esta vez no se llevaría una regañina por parte de su padre humano, no, esta vez no.
Quizá, Anita notara su presencia, la mujer desandó los pasos y volvió a meterse en la cama. Estaba dormida, ida...
Esta vez, José no llegaría a enterarse de que le había ocurrido nuevamente.
Amigo volvió a su gran cojín y se echó a dormir, pero un pequeño ruido y saltaría de su mullida camita y no permitiría que su madre humana saliese a la calle en aquellas condiciones. Era perro, si, pero inteligente, agradecido, y, los quería como el que más...
Verónica O.M.
Continuará